“Fue la terminación de mi sueño empezado en el ´68, mi gran aventura, la cosa más hermosa de mi vida”, describe con una ternura especial su graduación y los festejos, el Ing. Hugo Arcondo.

Hay graduaciones cada tanto en la Facultad que se destacan por distintas circunstancias, implicando un esfuerzo extraordinario al que usualmente le toma a un estudiante promedio, saliéndose de la “norma”.

Uno de los factores, como es el paso inexorable del tiempo, condiciona como variable por excelencia insorteable la consecución de un objetivo tan preciado como un título universitario. Y hoy nos ocupa uno de esos ejemplos.

En la búsqueda de más alumnos

Y si hablamos de las carreras de Ingeniería, que son señaladas en estudios macroeconómicos como las que debieran captar en el país a mayor número de estudiantes (lanzando al medio por ende a más graduados)  en aras de un desarrollo de país acorde a los recursos naturales y al contexto mundial, todo intento por atraer aunque sea a un alumno más es un pasito que marcará el camino hacia estas metas avizoradas.

Casos como el de los de 44 exalumnos que dejaron la carrera en la década del 70´ y que hoy han retomado ingeniería Civil, vía gestiones de la UTN local ante la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU), la incorporación de más de 120 estudiantes al programa Delta G que premia a quienes se reciban rápido, la apertura del Pre en el Valle de Uco (amplia zona del interior de Mendoza), sumado a gestiones proactivas como la visita de escuelas secundarias del interior de Mendoza, o la realización de varias “ferias” anuales de oferta de las carreras, una de ellas en particular (con sede en la Facultad) con un diseño muy interactivo donde los jovencitos pueden palpar las aplicaciones in situ en laboratorios y grupos de investigación, son algunas de las estrategias  que la UTN lleva adelante.

Perseverancia y tenacidad

En esta oportunidad mencionaremos puntualmente el  caso de Hugo Arcondo, que se graduó como Ingeniero en Sistemas de Información el pasado 1/09. Hugo retomó sus estudios después de 20 años de impasse y obtuvo el título a sus 66 años de edad.

El día posterior a que dio su última materia su caso se conoció en forma masiva a través de un móvil en directo del Canal 9 provincial. Frente al ingreso de la Facultad Hugo, acompañado de su esposa, fue entrevistado también por nosotros.

No hay mal que por bien no venga

Un accidente de mediana gravedad, como fue la caída “de cabeza” de un camión tanque, que le costó la pérdida de la rótula de su pierna izquierda, pero sin otras consecuencias físicas “no me pasó nada en la cabeza”, explica Hugo, y sigue: “pero se me acomodaron las neuronas”; le inseminó la semillita de que había que terminar algo que en el año 80 había dejado inconcluso y que  “siempre fue mi sueño”: ser Ingeniero en Sistemas de la UTN.

La simiente ya había “prendido” y en el año 2002 el hoy flamante Ingeniero Hugo tomó la determinación y retomó sus estudios. Tenía 54 años (con todo lo que eso implica, no?).

(..Y a los 66 años...)

Ya en 2014, a comienzos de uno de los mejores- si no el mejor- mes del año, se recibió. Y no faltó nada: los nervios, la emoción y, obviamente, ¡el festejo! ( o sea el “ritual”, dos días después se puede aún apreciar en el marco de su rostro un rastro de la inconfundible Violeta de Genciana! “Fue la terminación de mi sueño empezado en el 68, mi gran aventura, la cosa más hermosa de mi vida”, describe con una ternura especial su graduación y los festejos “con los amigos, con personas que hicieron posible ese momento; profesores, compañeros, familiares”.

Y no hay edad para proyectarse

Arcondo es jubilado y ahora tiene en mente fundar su propia empresa.

Por un lado declara que “se necesitan aproximadamente 50 mil ingenieros y no creo que salgan más de 10 mil (en el país)” y en su caso incorporarse a la matrícula de graduados le pondrá el moño a un proyecto en el que ya viene trabajando: “desarrollaré una sistema de casa inteligente para ciegos y para gente mayor que necesite estar acompañada”.

Se trataría de una vivienda que interactúa con el habitante, dialogando con la persona, brindándole ubicación espacial, emitiendo música y brindando ayuda en diferentes situaciones a la persona mayor y/o no vidente. El impulso principal a esta iniciativa es la situación de su esposa que debido a un pico de presión sufre de ceguera.

Más que palabras

El cierre para esta nota está marcado por un sentimiento de inmensa gratitud, tanto por lo académico como humano: “Estoy muy agradecido por lo que me ha enseñado esta Facultad; gracias a la calidad humana que hay; hemos logrado entre todos que una persona, que no es un niño haya podido concretar su sueño”, dice emocionado.

Pero pide un segundo más y agrega: ”quiero dar un mensaje a todos los niños y es que sigan su sueño, hasta lograrlo, que se puede”.

Y ahí coincide con los testimonios de los casos que hemos citado más arriba. Será cuestión de tomar ese mensaje, y cada uno desde nuestros lugares, replicarlo y que se multiplique. No ha de ser muy complicado (creemos).



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